La cueva

Última actualización de La cueva: 31 enero, 2006

El Señor de los Anillos - La Comunidad del Anillo en Argentina - Parte uno

Mientras la Comunidad del Anillo avanzaba por la avenida Independencia, dejando atrás ya a Castro Barros, la larga caminata en el crudo invierno les recordaba el posible castigo de no poder llevar el anillo a Inglaterra. Rasputín los animaba. Con su báculo, despedía una luz que hacía que la noche se alejara. De repente, Dégolas oyó algo y dijo:
-¡Hay una voz maligna en el aire!
Y Rasputín le dió la razón:
-¡De la Rúa...!
Menem se dio cuenta de sus intenciones:
-¡Está tratando de derribar la carretera! ¡Debemos retirarnos!
Pero el mago no se daba por vencido:
-¡No!
Y entonces peleó con palabras mágicas la sentencia de muerte del enemigo...
-¡Debemos avandonar el lugar! ¡Y tomar el paso de Corrientes! ¡Ir rumbo hacia Entre Ríos, por el aeroparque! Luego, desde allí, tomaremos otro avión hasta Inglaterra, o Mordor, como quieran decirle...
-¡El paso de Corrientes nos lleva demasiado cerca del Obelisco de Aisengard!
Napoleón entonces dijo:
-¡¡No podemos pasar por Independencia...!! ¡Pasemos por las Minas de Coto! ¡Luego iremos hasta Plaza Miserere!

De la Rúa, en el Obelisco, que casi se cae por su temor a las alturas (lo que significaría el fin de la resistencia, y unos cuantos problemas menos), ya piensa en la decisión que tomará la Comunidad del Anillo...
-Coto... Tenés miedo de meterte en ese lugar, ¿verdad? Los empresarios cavaron tanto en la economía... Demasiado profundo... Y sabés qué fue lo que despertaron en la oscuridad de la inflación... Sombras, precios altos y baja calidad...

-Que el portador del anillo decida...
-¿Murphy?
-Iremos por las minas... -sentenció.
-Que así sea...

Y emprendieron el viaje, yendo por Boedo, atravezando los duros y arduos caminos que los separaban de su meta. Seguía siendo de noche, y por lo tanto, los ladrones acechaban constantemente. Uno intentó robarle a Kirchner, el montaraz, su espada apuntandole con una pistola, pero Rasputín se encargó de que no volviese a molestar.
-Estén en guardia... Hay cosas peores y malvadas que la escacez de dinero en los lugares oscuros de la tierra...
Una vez que pasaron Rivadavia, la tensión comenzaba a aumentar en grandes cantidades... Si Rasputín había evitado ir por allí, tenía sin duda una buena razón... Razón que pronto conocerían.
Pasando el puente que los separaba de la línea ferroviaria, y llegando a Corrientes, ya se comenzaban a preguntar por qué demonios no habían ido derecho por Rivadavia, que era el camino más corto. Napoleón lo sabía: la noche por esa calle era horrible. Nadie en su sano juicio iría caminando a las dos de la mañana por lugares como esos. Era mejor ir por Pueyrredón, sin duda alguna.
Doblaron en guardia Vieja, con Rasputín adelante y Menem atrás. Dégolas estaba atento, porque no le gustaba para nada la idea de atravezar las minas de los enanos.
-Mi tio abuelo mayor dominó Europa durante mucho tiempo, fue emperador de Francia, y mandó a que se construyera este lugar. Los libros dicen que él quedó preso en Mordor, pero no fue así. Tomaron al hombre equivocado. Él se quedó viviendo acá hasta que murió... Pero antes de eso, puso en su testamento que aquel que sobreviviese de su linaje, construyera este lugar. Mi primo hizo el terreno, y entonces Coto le ofreció el contrato. Ahora él deberá estar allí, disfrutando de la buena vida... Pronto, mi señor Colaborador Ad-Honorem de Greenpeace, disfrutará de la hospitalidad de los bajitos de estatura...
En cierto momento, pasando una parcela con inmensas torres, lo vieron. Rasputín dijo:
-Ithildin... Sólo refleja la luz de las estrellas y la luna...
-¿Qué dice? -preguntó el compañero de Murphy, Macri.
-¿Cómo qué dice, Macri-doc? Está en español...
-Disculpe, mi señor Rasputín por querer darle algo más de suspenso a la historia...
-En caso de que nadie pueda leer, dice claramente "CO----TO"...
Era cierto. Resplandeciendo en la noche, estaba el cartel de Coto. Menem entonces se dio cuenta:
-Tenemos que dormir. No podremos pasar a menos que abra, y eso será durante la mañana.

Varios guardias intentaron expulsarlos por dormir en la vereda, pero debido a sus intentos fallidos y al gran poder de Rasputín, se dieron por vencidos... Una vez que todos se levantaron, prosigueron, con Napoleón a la delantera...
-Esta es la casa de mi primo Napoleón, que se llama igual que yo, y le dicen "una mina"... ¡Una mina!
Y Menem se dió cuenta de la cruel verdad...
-Esto no es una mina... ¡Es una cadena de supermercados...!
Era cierto... Varias cajas con cajeros y cajeras estaban atendiendo a la gente, con su habitual vestimenta roja...
-¡¡No!!
-¡Miren! ¡Empleados! -dijo Dégolas, haciendo que todos sacasen sus armas, y que los guardias se pusiesen... Cómo decirlo, en guardia...
-Vayamos al paso de Corrientes. No deberíamos haber venido nunca por acá...
Y cuando intentaron salir, los guardias se les pusieron en el camino...
-No nos queda sino una opción... -dijo el mago -Tendremos que atravesar el aburrido clima de las compras familiares... En silencio, pues debemos pasar desapercibidos...
Eso, por cierto, era algo que no lograron ni lograrían con todo el esfuerzo del mundo. Ya se oían las llamadas por radio de refuerzos, y los dedos apretando los números telefónicos del manicomio más cercano...
Ingresaron al interior, y avanzaron al norte, tratando de encontrar la salida. En un momento, llegaron a las rampas mecánicas, y Rasputín descubrió algo:
-No recuerdo este lugar...
Murphy y su compañero, Lavagna Gamyi, estaban hablando de cómo ir a Inglaterra, mientras Macri y su amigo Scioli conversaban sobre la cena.
-Estamos perdidos -dijo Scioli, recordando que estaban, en efecto, perdidos...
Murphy se acercó al mago y le comentó:
-Algo nos está siguiendo.
-Es Bush...
-¿Bush?
-Lleva tres días atrás nuestro.
-¿Escapó de los calabozos del Big Ben?
-Escapó... Aunque también, no voy a mentirte, existe la posibilidad de que el enemigo lo haya liberado para que obtenga el anillo... He de advertirte que tiene sus métodos. Odia y ama al anillo tanto como se odia y se ama a sí mismo... Nunca perderá el deseo o la necesidad de tenerlo.
-Es una pena que el pueblo yanqui no lo haya sacado del poder cuando pudo...
-Una pena, es cierto... Pero pena mayor fue lo que encontró la pata de tu perro. Muchos que viven merecen la muerte, y muchos que mueren merecen la vida... ¿Se las podés dar, Murphy?
-Un día voy a subir al poder, y estableceré el orden por doquier.
-No estés tan ansioso de repartir juicios... Mi corazón me dice que Bush aún tiene que desempeñar un papel, para bien o para mal.
-Sólo espero que no bombarda escuelas de primaria por tener armas de destrucción masiva.
-Eso queremos todos, Murphy, pero la decisión no es nuestra. Todo lo que uno debe decidir es qué hacer con el tiempo que se le es concedido. Hay otras fuerzas actuando en este mundo además de la inflación y la devaluación... ¡Ah! ¡Es por ahí!
-¡Se acordó!
-No, pero el aire ahí no huele a pastelería, y ese olor me está empezando a dar hambre... Cuando tengas dudas, pequeño Scioli, siempre obedece a tu nariz.
Subieron la rampa metálica, lentamente, hasta que llegaron arriba. Por órdenes de alguien, la gente comenzaba a abandonar el lugar. Algo grande se estaba cocinando, y no era nada del patio de comidas...
Una vez arriba, el mago advirtió:
-¡Miren! ¡El reino de Khazad Dùm!
Y avanzaron al interior, hasta llegar a la juguetería, buscando algo que nunca apareció.
-¡No! ¡No!
Napoleón se acercó a un muñeco que era una imitación del Emperador de Francia para jugar...
-¿Cien pociento algodón? ¿¿Lavar con agua fría??
-Entonces... Está muerto. -comentó Rasputín.
-¡Tenemos que seguir, no podemos demorarnos!
-Esperen... ¡Miren a Murphy!
La espada estaba azul, síntoma de que orcos estaban cerca....
-¡Que vengan...! Aún hay un Napoleón en Coto que no es de juguete, respira, ¡¡y tiene un hacha!!
Pero el portador del anillo los calmó.
-¡Ah, no...! Intenté sacarselo, pero no pude... ¿No habrá por algún lado un buen removedor de pintura? Es que cuando estábamos en Independencia, y temblaba todo, se me cayó a un barril, y se pintó, intenté sacarle el color con el trapo que había, pero se secó en vez de eso y quedó así... Azul...

Sin embargo, pese a todo, los guardias de seguridad interfirieron...
-¡Tienen un troll de las cavernas! -gritó Menem.
-Es un montacargas, ¡idiota! -exclamó Dégolas.
Era cierto, del lado más lejano del pasillo, una maquinaria amarilla avanzaba hacia ellos. Intentaron ir por el otro lado, pero los empleados lo evitaron colocándose como una pared...
-Tenemos armas, ¡usémoslas! -advirtió Menem.
-¿Y qué hay de la política de "película apta para todo público"? -preguntó Lavagna.
-Funciona tan bien como la economía del país... ¡Al demonio con los modales! -exclamó Menem, sacando su espada y soplando su cuerno.
El sonido de éste logró aturdir por un corto tiempo a los empleados, pero el suficiente para pasar por ellos. Algunos dispararon sus armas, pero fallaron.
-Supongo que podremos permitirnos un "apta para mayores de trece años"... -dijo Rasputín, mientras corrían en dirección hacia la rampa mecánica.
Entonces, por una de esas extrañas razones y misterios de la vida, los guardias no los siguieron. Las luces comenzaron a despedir un color rojo-fuego...
-¿Qué es esta nueva brujería? -preguntó Menem.
-Es un Balrog. Un demonio del mundo antiguo...
-Nada que no podramos arreglar con un buen sablazo. -comentó Kirchner.
-¡No! ¡Las espadas no sirven de nada! ¡Este enemigo es demasiado poderoso para ustedes! ¡Corran! ¡Al puente de Khazad-Dùm!
Y así fue que, una vez que llegaron a la rampa mecánica, se detuvieron, pues un hombre normal vestido de blanco apareció. El mago los obligó a bajar, mientras él se quedaba ahí.
-¡Tú no pasarás!
-Estoy seguro de que podemos hablar del tema, y ser razonables, ¿señor...?
-¡Yo soy el servidor del fuego secreto, dueño de la llama de Anor!
-Entonces, señor del fuego secreto y dueño de la llama de Anor... ¿Le puedo decir Bill?
-¡El fuego oscuro no te servirá de nada! ¡Llama de Udûn!
-¿Fuego oscuro? Ah, las luces. Otra vez andan mal... En fin. Muchachos, pongan en la agenda que deben arreglarlas...
-¡Vuelve a las sombras!
-Buena idea... Para empezar a conocernos, quiero decir. Le diré algo: no me gusta la oscuridad. En realidad, le temo.
-¡No pasarás!
-Por supuesto, lo que usted diga... Creo que el diálogo y la comunicación son vitales para el desarrollo humano.
-¡Tú...!
-Yo...
-¡No...!
-¿Por qué no...?
-¡Pasarás!
-Oiga, señor, este es mi supermercado, y a mi nadie me dice qué hacer en él...
En ese momento, golpeó el piso con el báculo y la espada, haciendo que todo tiemble, logrando que el hombre que intentaba detenerlo, cayera al suelo y quedara inconsciente.
-¡Arrestenlo! -gritó un guardia.
-Rasputín, ¡¡no!! -exclamó Murphy.
-¡Huyan, tontos!
Acto seguido, en cámara lenta, todos los de seguridad procedieron a correr hacia el brujo, para arrestarlo. Hizo mucha resistencia, pero al final lo lograron. Llevaron al gerente desmayado en una camilla con la ambulancia que esperaba afuera y al mago en un chaleco de locos hasta el camión médico que lo llevaría al manicomio.
-¡Noooooo!
Kirchner evitó que corriera hacia él, y entonces, avanzaron a paso rápido hasta la salida, al sur del abasto... Allí afuera, no había nadie, y fue en el suelo donde se quedaron recordando su dolor.
-Dégolas -llamó Kirchner -levantalos.
-¡Dales un momento! ¡Ten compasión! -exclamó Menem.
-Para el ocaso, el lugar estará plagado de periodistas. Debemos llegar a Plaza Miserere, evitando entrar al Abasto. No necesitamos más pérdidas...
En un momento, lo sorprendieron a Murphy escapándose, y lo llamaron... Entonces volvió con ellos.

Aunque la pérdida de Rasputín haya sido grande, sabían en el fondo de sus corazones que él estaba vivo, en algún lugar, y ese pensamiento era alentador, aunque claro, también estaba el recuerdo de la razón por la que la Comunidad del Anillo se creó en primer lugar: Llegar a Inglaterra. Y la mejor forma era, sin duda alguna, yendo hacia el aeropuerto de Ezeiza, para poder tomar el avión a Inglaterra y, en los fuegos del Horno del Destino, arrojar el anillo. Pero para eso, debían entrar a la mansión de la realeza, plagada de guardias.

La reina, mirando desde el telescopio ubicado en el Big Ben, buscando constantemente el anillo que le dieron en su boda, quería hallarlo, para recuperar el poder que su nación tuvo antaño...


Algo que el mundo no podía permitirse...

2 Comentarios:

  • Que rara version! En fin.. estuvo muy bueno!!! se recomienda. Lo que si.. me parece que esos giles no despegan a Inglaterra, mucho control de migraciones y estos no saben ni atarse los cordones de los zapatos. Les doy tres renglones mas de vida antes de que se maten...

    Por Anonymous Anónimo, a las 31/1/06 16:13  

  • Malisimo.. de lo peor que vi.

    Por Anonymous Anónimo, a las 31/1/06 17:12  

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