La cueva

Última actualización de La cueva: 25 mayo, 2006

El Señor de los anillos parte dos

Sin olvidar la pérdida del mago Rasputín, los ocho restantes de la Comunidad del Anillo prosiguieron el avance, moviéndose rápidamente calle arriba por Agüero. Un vagabundo les pidió monedas, pero ellos lo ignoraron, y ese sería un grave error.
-Dicen que por estos prados vive una bruja. Todo aquel que la mira cae por su hechizo, y no se lo vuelve a ver. –Advirtió Napoleón.
-¿Y no podríamos ir caminando por OTRA calle? –preguntó Lavagna.
-¿Qué tendría aquello de interesante? –contraatacó Dégolas.
-Exacto. –Apuntó el enano –Aquí hay una persona a la que no embrujarán fácilmente. Tengo ojos de topo y oídos de rata.
Una vez que se encontraron en el cruce con Lavalle, siguieron caminando por ese paso hasta que alguien los detuvo: varias personas salieron de la oscuridad, portando pistolas. Parecían ser pandilleros.
-¡El enano es un animal! Podríamos haberlo matado en la oscuridad con su respiración forzosa. –Dijo uno de ellos.
-¡Hey! ¡Vos tampoco sos puro silencio!
-Aladín de los Verdes, venimos en busca de ayuda y protección. –Dijo Kirchner.
-Deberíamos irnos de acá. No me gusta el olor a naturaleza que se desprende de su pistola.
-Ahora están en el reino de la Dama del Bosque. No pueden regresar. Ella los espera.
-Muéstranos el camino. –pidió Dégolas.
Caminaron por el lugar hasta llegar a una tienda vudú. Allí se encontraron con un hombre.
-Ocho son ahora, -dijo –pero nueve partieron de Parque Chacabuco. ¿Dónde está Rasputín, porque quiero que me dé la receta que le mandé a hacerme?
-¿Es usted la Dama del Bosque? –preguntó Napoleón.
-Yo soy la Dama del Bosque. –dijo una persona a la derecha.
Saliendo de la cortina, estaba la mujer. Napoleón tenía razón. Pero él fue el primero en caer por el hechizo.
-¡Mi corazón! ¡Se muere!
-Lo siento, olvidé taparme la cara. –dijo, para luego hacer eso.
-Decía, ¿dónde está Rasputín?
Y fue la Señora del Bosque la que respondió:
-Un balrog lo ha llevado a la sombra. Su misión ahora está en el filo de una navaja. Deslícense un poco más y caerán al vacío. –y luego, de forma que sólo el portador del anillo entendiera, dijo: -Bienvenido, López Murphy… ¡Tú que has visto el ojo!

Llegaron las cuatro de la mañana, y los pandilleros hicieron una fiesta en conmemoración al mago caído.
Menem estaba traumado, y buscando una solución, habló con Kirchner:
-Ella me habló. Fue lo más espantoso en mi vida. Dijo que la ciudad caería, y que aún había esperanza. ¡Y yo no la veo! Yo… Yo reestablecería la gloria antigua. Pero para eso, la gente debería votar por mí.

Murphy, que no podía dormir, vagaba por el lugar hasta que se encontró con la Dama. Ella le preguntó si miraría en el espejo.
-¿Qué voy a ver?
-Ni el más sabio puede decirte, porque el espejo muestra muchas cosas. Cosas que fueron, cosas que son y cosas que serán.
Así, el portador del anillo se acercó y miró. Lo que vio fue a su pueblo derrotado, esclavizado, condenado.
-Yo sé lo que viste. Es lo que pasará si llegás a fracasar. La comunidad se está dividiendo. Ya llegará el final. Ella lo quiere, ya lo sabés. Uno a uno, acabará con todos.
-Te daría el Anillo Único. –dijo, mostrándoselo.
-Me lo ofrecés libremente. No negaré que mi corazón lo ha deseado continuamente. Lo vendería, y tendría una gran mansión, una gran vida. ¡Yo sería la reina de Inglaterra! ¡Terrible como el alba! ¡Traicionera como el mar! ¡Todos los demás desesperarán!
Hubo una pausa.
-He pasado la prueba. Partiré hacia el Oeste, y seguiré siendo quien soy.
-¡Pero no puedo hacer esto solo!
-Eres un portador del anillo Murphy. Llevar un anillo significa estar solo. A vos te fue encomendada la misión, y si no podés encontrar el camino, nadie lo va a hacer.
-Entonces sé lo que tengo que hacer. Pero, ¿y si no resulta?
-Hasta el más insignificante, olvidado o desconocido, puede cambiar el curso de la historia.
-¿Y eso qué significa?

De la Rúa estaba en la facultad de derecho, junto con un hombre vestido de abogado, con un portafolios negro en la mano derecha y corbara marrón...
-¿Sabés cómo fueron creados los políticos?
El ex-presidente hizo una pausa, y el hombre quedó en silencio.
-Antes era gente honrada. Entonces, los agarraron los poderes de la corrupción y el dinero fácil...
El señor levantó el portafolios y se rascó la nariz.
-Una forma de vida arruinada y terrible... Y ahora, perfeccionada... Mi licenciado en derecho con profesorado y un promedio final de 9,99... ¿Quién es tu amo?
El licenciado tiró su portafolios al suelo, haciendo que se abra, mostrando restos de manzanas recientemente comidas.
-¡Kirchner!
-No, idiota... ¡Yo soy tu amo!
-Ehmm... Sí, lo siento, mi señor...
-Yo hago todo por ustedes, me esfuerzo para corromper a los que califican y darles el promedio más alto jamás visto -dijo el ex-presidente, soltando una lágrima y poniéndose a llorar.
El licenciado en derecho le ofreció el hombro, y su amo se quedó ahí, derramando lágrimas, hasta que se calmó.
-Probemos otra vez... ¿Quién es tu amo?
-Ehmm... ¿Bush?
Tras doce intentos fallidos y trece lloriqueos (sí, trece, porque en una pausa hubo dos y no uno), el abogado responde correctamente a la pregunta:
-¿Quién es tu amo?
-¡De la Rúa!
-Bien, bien, pero tenemos que mejorar la voz todavía. Tratá de ponerle más frialdad, ¡que sea el terror puro!

Más tarde, el ex-presidente fue el que entregó el diploma a cada uno de los egresados de derecho. Cuando todos fueron entregados, luego de los aplausos, dijo:
-¡Cácenlos! ¡No se detengan hasta encontrarlos! No conocen el dolor, no conocen el miedo... ¡Probarán carne de vaca!
Hubo un silencio abrumador. Nadie esperaba eso...
-Muchachos, la fiesta...
Y todos aplaudieron. Había una fiesta de egresados al final de la graduación, e iban a comer hamburguesas...
-Luego del disfrute, quiero que encuentren a ocho personas vestidas poco a la moda. Los reconocerán, no se preocupen. Es necesario que vayan tras las rejas. ¡Confío en ustedes!
Y entre los vitores, se acercó al primer licenciado con que habló, que estaba al lado suyo.
-Uno de los bajos de estatura tiene algo de vital importancia... Es necesario que no estén traumados, pues pueden servirme como diversión cuando esté aburrido... ¡Que los otros sean culpables con pena de muerte!


-Mi regalo para Dégolas es este koala. –dijo la Dama del Bosque –Estoy seguro de que él usará todos sus esfuerzos para ponerlo en cautiverio y cuidar su especie.
-¿De dónde lo sacaste?
-Hay misterios en la vida que deben quedar ocultos.
Y el Colaborador Ad-Honorem de Greenpeace asintió, agradecido.

-Estas son pistolas marca Acme... Ellas ya han prestado servicio en otras batallas, como con el coyote y el correcaminos (aunque no me acuerdo de si estuvieron ahí en realidad)... No desesperes, joven Scioli, -dijo, notando la cara de "falta algo" que tenía -encontrarás balas en esta cajita.
Y ambos, Macri-doc y Scioli-tuk, hicieron una reverencia cuando les dieron los regalos.

-Y a tí, López Murphy, te doy la luz de Eärendil. Nuestra más amada estrella...
-Es una vela...
-Sí... Que te sirva en lugares oscuros, cuando Edenor y Edesur tengan problemas en sus centrales...
-Pero... Yo... Es una vela...

Luego de entregar los regalos, la Comunidad del Anillo partió del Bosque Negro. Bosque porque todos eran vegetarianos y amantes de los árboles, y Negro porque era de noche, y todo se veía… Bueno, negro.
Cuando llegaron a Pueyrredón, doblaron y continuaron de forma que el número de la calle bajara. Eran las cuatro de la mañana, y no había gente despierta. Les faltaba a ellos descansar. Entre los pensamientos, vacíos de esperanza, de que no iban a llegar y los aburridos juegos que proponía Scioli para divertirse y pasar el rato, llegaron a su destino.
La estación era imponente. Según Menem, medía aproximadamente 1214,5 pies. Eso significaba que si le cortaban los dos pies a 607 personas y 1/5 a una persona, podrían poner los pies uno arriba del otro y llegarían a tocar el techo.
Según Lavagna, el edificio ganaba 12.000.000.000 de pesos cada 1.000 años, por lo que para el fin de la tierra podrían bañarse en billetes.
-¡Entremos! ¡No podemos dormir afuera! –dijo Macri.
-¡Claro que podemos! –rugió Napoleón.
-Él tiene razón. –apuntó Kirchner –Le sugiero, señor enano, que descanse y recupere sus fuerzas.
-¡Que recupere mis fuerzas!
-No podemos quedarnos. Tenemos que irnos. –comentó Dégolas.
-No, -dijo Kirchner –los espías de De la Rúa nos ven constantemente por la noche. Aquel vagabundo sospecho que era uno de ellos. Lo mejor es partir de día, donde menos lo esperan.
-No son los espías lo que me preocupan. Una sombra y una amenaza están creciendo en mi interior. Algo se avecina, lo presiento.
-Los Napoleón no recuperan fuerzas, querido amigo. ¡No le hagas caso! El Napoleón que todos ustedes conocen, les recuerdo, conquistó casi toda Europa.
-Y yo te recuerdo –dijo Kirchner –que perdió en Rusia, y Mordor lo atacó hasta devastarlo.
-Grrrr…
-¿Dónde está Murphy? –preguntó Macri.

Él estaba mirando a los trenes, tratando de pasar el aburrimiento.
-Ninguno debería estar solo. –le dijo Menem –Y vos menos que nadie. Mucho depende de vos. Sé porque buscás la soledad. Sufrís, lo veo cada día. ¿Seguro de que no sufrís sin necesidad? Hay otras posibilidades, otros caminos.
-Sé lo que me dirías, pero mi corazón me advierte de tomar ese camino.
-¿Te advierte? ¿Contra qué? Todos tenemos miedo, pero dejar que ese miedo nos domine destruye nuestra esperanza.
-No hay otra opción.
-Sólo deseo el poder para dominar el mun… ¡para proteger a mi pueblo! Si me dieras el anillo.
-No.
-¿Por qué te alejás? ¡Yo no le robo a nadie!
-¡Entonces no sos vos mismo!
-¿Cuáles son tus alternativas? ¡Te van a encontrar! ¡Te sacarán el anillo! ¡¡Y suplicarás la muerte para no ver el final!!
El portador del anillo se alejó de él.
-¡Necio! No es tuyo más que por una infeliz casualidad. ¡Debería ser mío! ¡Dámelo! ¡Dámelo!
-¡No!
Murphy agarró algo de arena del suelo y se la tiró.
-¡Arrrg! ¡Veo tu intención! ¡Le llevarás el anillo a la reina de Inglaterra! ¡Nos traicionarás! ¡Irás a la muerte, y nos arrastrarás a ella! ¡Te maldigo! ¡A vos y a todos los de tu partido!
Pasaron varios minutos, hasta que se dio cuenta de lo que hizo.
-¿Murphy? ¡Qué hice! ¡Por favor, Murphy, contestame!

Entonces, el portador del anillo se encontró con Kirchner.
-¡El anillo sedujo a Menem!
-¿Dónde está?
-No, ¡alejate!
-¡Juré protegerte!
-¿Me podés proteger de vos mismo? ¿Lo destruirías?
Pasaron minutos de silencio.
-Te habría acompañado hasta el final. Hasta la hornalla de Mordor.
-Lo sé, cuidá a los otros. Especialmente a Lavagna. No lo va a entender.
Kirchner vio algo, y dijo.
-¡Corré! ¡Ahora!
Y cuando Murphy escapaba, el desenvainó su espada, mirando atentamente al montón de vagabundos que estaba allí presente.
Mientras Kirchner combatía, Dégolas y Napoleón aparecieron y lo ayudaron.

Scioli y Macri estaban escondidos en la vía. Desesperados, miraron a todos lados, y vieron al mismo grupo de licenciados en derecho a los que De la Rúa había entregado el diploma de graduado.
Y luego vieron al portador del anillo, que estaba oculto en una vía paralela.
-¡Murphy! ¡Acá, rápido! –dijo Scioli.
Él les decía que no con la cabeza.
-¿Qué pasa? –continuó.
-Se va. –Le dijo Macri.
-¡No!
-¿Qué estás haciendo? –le preguntó su compañero al verlo subiéndose al andén.
-¡Ustedes! ¡Sí, ustedes! ¡Acá estamos! –dijo Scioli, corriendo en lado contrario a ellos. -¡Funciona!
-¡Ya sé que funciona!
Se encontraron en su camino con Menem, que estaba combatiendo. Él les aconsejó que se alejaran, para que pudiese pelear con los vagabundos y los licenciados sin problemas.
En cierto momento, alguien disparó. El ex-presidente fue herido por la bala, y ésta provenía nada más y nada menos, que del primer licenciado con el que habló el otro ex-presidente.
Sopló su cuerno otra vez, tratando de que el ruido les rompiera los tímpanos a los otros, estratagema que no funcionó.
Otro disparo sonó. Fue entonces cuando Scioli y Macri decidieron ayudarlo. Agarraron piedras y las lanzaron a los licenciados, pero éstos siguieron la marcha y los levantaron, capturándolos y dejándolos sin escape.
Menem quedó entonces solo con el licenciado.
-Tiene derecho a guardar silencio. Todo lo que diga puede y será usado en su contra.
El herido sopló el cuerno.
-Te convertiste en criminal por intento de homicidio hacia mí. ¡Pero Menem no muere! ¡Él vive en cada uno de los argentinos! ¡Muhahahaha! ¡Ya es demasiado tarde para detener el proceso político! ¿El matar a quién te condenó? ¡A Menem! ¿Quién te hizo criminal? ¡Menem lo hizo! ¡Ja ja ja!
-Tiene la obligación de guardar silencio.
-Así que cambiando mis derechos… Se lo haré saber al mundo.
-No vas a pasar de esta noche.
El licenciado le apuntó con el arma a la cabeza y dijo:
-¡Por Marx!
Y entonces, algo le arrebató la pistola. Era un boomerang.
-¡Idiota!
Kirchner corrió hacia él y lo empujó hasta las vías. El licenciado cayó mal y se golpeó la cabeza con el metal.

-Tienen a Scioli y a Macri. ¿Dónde está Murphy? –preguntó Menem.
-Dejé que se fuera.
-Hiciste lo que yo no pude. Intenté sacarle el anillo.
-Él ya está lejos de nuestro alcance.
-Perdoname. No los ví venir. ¡Es el fin! ¡La oscuridad dominará todo!
-No sé qué fuerza me empuja, pero no permitiré que nuestro país caiga en la sombra.
-¡Nuestro país! Te hubieras postulado como presidente… Y yo también. Hubiese sido una buena pelea.
-Sí, ahora ve en paz.
Así, ante la sorpresa de todos, se levantó y se alejó de la estación con completa paz interior. Ya afuera abrió su ropaje, e hizo descubrir un chaleco de balas.
-¡Menen no muere! ¡Ja ja ja!

Murphy, caminando por la vía, recordaba su diálogo con Rasputín sobre Bush:
-Es una pena que el pueblo yanqui no lo haya sacado del poder cuando pudo...
-Una pena, es cierto... Pero pena mayor fue lo que encontró la pata de tu perro. Muchos que viven merecen la muerte, y muchos que mueren merecen la vida...  ¿Se las podés dar, Murphy?
No, ese no era el diálogo. Se quedó algunos minutos tratando de recordar el correcto, hasta que se acordó:
-No estés tan ansioso de repartir juicios... Mi corazón me dice que Bush aún tiene que desempeñar un papel, para bien o para mal.
-Sólo espero que no bombarda escuelas de primaria por tener armas de destrucción masiva.
-Eso queremos todos, Murphy, pero la decisión no es nuestra. Todo lo que uno debe decidir es qué hacer con el tiempo que se le es concedido.

-¡Murphy! –llamó alguien.
-¡No! ¡Iré a Mordor yo solo!
-Claro que irá. –le dijo Lavagna -¡Y yo iré con usted! Hice una promesa, ¡señor Murphy! ¡No lo voy a abandonar!
-Bien, ¡vámonos!

Dégolas, con Kirchner y Napoleón, corría hacia la vía, diciendo:
-Si nos apuramos, podríamos alcanzar a Murphy.
Pero, viendo que Kirchner no movía un dedo, entendió:
-No pensás seguirlo.
-El destino de Murphy ya no está en nuestras manos. –Le respondió éste.
-Entonces todo ha sido en vano. ¡La comunidad ha fracasado! –dijo Napoleón.
-¡No si seguimos siendo fieles! –apuntó Kirchner -¡No vamos a abandonar a Scioli ni a Macri al tormento y la muerte! ¡No mientras nos queden fuerzas! Dejen lo que no sea indispensable. ¡Cazaremos licenciados de derecho!
-¡Bien! –festejó el enano.

Mientras tanto, Murphy y Lavagna, que previamente habían encontrado un carrito de golf que andaba, se subieron a él y prosiguieron el camino.
-Espero que el camino de los otros sea el más seguro. –pidió el portador del anillo –No creo que los volvamos a ver.
-¡Quién sabe, señor López! ¿Quién sabe? ¿¿Eh??
-Lavagna, me alegro de tener compañía.
-Yo también, Murphy. Ahora vayamos al hoyo catorce, a ver si podemos ganarle al molino.
Y así, ellos continuaron jugando al mini-golf, en aquel campo cerrado, donde los hoyos eran hormigueros y la pelota un montón de lana. Ya habría tiempo de morir en Mordor, pero mientras tanto, se divertirían un poco más.
La magia resurgió cuando metieron un hoyo en uno en quince lugares distintos, uno seguido del otro. Ellos comprendieron, entonces, que Rasputín no había muerto en vano.

Programa de TV

-Buenas noches. Como todas las mañanas, en este programa nos reunimos
a las tres de la tarde para realizar divertidos juegos.
-Así es, Romeo. Hoy tenemos una canción amistosa que trata de
describir cuatro objetos, seguido de un emocionante partido de dominó
en el que los participantes compiten para romper el récord del juego
más lento.
-Y más tarde nos encontraremos con el famoso, el que piensa, pierde.
-¡Y mucho más!
-Entonces, siendo las tres y monedas de la tarde.
-¡Monedas! ¡Dámelas!
-Eh, no, no entendiste. Son las tres y cambio.
-Romeo, no estamos en una radio.
-¿Quién dijo eso? ¡Porque ahora tenemos nuestro propio canal en las
radios, el programa se oirá a través de la FM ciento quince punto cero
cero cero.
-Así es, ahora estaremos en el aire.
-¡Dentro de unos años!
-¿Qué?
-Ciento quince punto cero cero cero…
-¿Y?
-¿Te suena ciento quince mil?
-Pero… ¿quién hizo el contrato?
-Esto que quede entre nosotros y los millones de televidentes que nos
miran… ¡Es una estación radio creada por nuestro camarógrafo!
-¿Carlos, hiciste una radio? ¿Podemos verla?
-No, lamentablemente no. Está siendo revisada por el gobierno, y no
queremos que nos vean.
-¿Por?
-Fue montada en un contenedor de Ántrax.
-¡¿Ántrax?! ¿Carlos, estás loco?
-Esa es justo la razón por la que hoy no está. Su psicólogo lo
denunció. Debe estar muy solitario, ¡así que te mandamos este saludo!
-Y ya que estamos dediquémosle la canción.

-Bien, Eduardo, ¿qué tal si vamos a la presentación del programa?
-Me parece apropiado, Romeo… ¡Aquí comienza...!
-Nuestro Programa… Son las tres y diez de la tarde. Vamos con el grupo
que nos cantará la canción amistosa… ¿Qué? ¿Que no vinieron?
-Y ya me parecía, con este clima, también vos esperando que la gente trabaje.
-Pero si hay sol.
-Sí, en el cielo hay sol, pero pensá en la pobre gente que todavía
está bajo el agua.
-Hablando del agua, Eduardo, viste qué importante que es la seguridad
en las piletas. ¡Ya no se puede confiar en nadie!
-¿Perdón?
-Que la inundación vino por el rebalse de la pileta.
-¿Ah, sí? Mira vos, lo que uno se entera.
-Algo parecido a aquella vez en que se le escapó la mascota al grupo de ciegos.
-Ah el topo… ¿Lo encontraron al final?
-Él los encontró a ellos.
-Comprendo, Romeo. Bueno, qué tal si pasamos a información general.

-Me parece bien. Siempre informados, con las últimas novedades,
Nuestro programa transmite la información general.
-Prosigue el movimiento en Irak en busca de armas de destrucción masiva.
-Y yo creo que va a seguir, y seguir, y seguir…
-No te creas. Hoy el presidente de la ONU juvenil mostró indignación
ante la ocupación yanqui en el país. Ante esta moción, el presidente
estadounidense decidió retirar las tropas e iniciar el desarme
mundial. Finalmente, presentó su renuncia al mandato.
-¿Todo eso porque el presidente de la ONU juvenil le mandó una carta?
-Fue un informe, en realidad.
-En fin, ¡qué gran paso para la paz!
-¿Perdón?
-Ahora que Bush no está en el poder, vamos a vivir tranquilos.
-¡Ah, no! Hablaba de una obra de teatro que fui a ver hoy…
-Ah… En fin, era demasiado bueno para ser verdad. Pasando a otras
noticias… ¡Último momento! ¡El grupo de la canción amistosa nos ha
facilitado su letra! Gracias a ello, procederemos de inmediato a su
lectura:

A de a
B de veces
C de cesta
D de decidiendo
E de entre
F de efemérides
G de ge ge ge
H de… … … … (es muda)
I de i
J de ¡oh!-jotas
K de kalzando
L de elefantes
M de eme aquí
N de enebrandote
O de ¡oh!
P de ¡peso pobre!
Q de cuello pequeño
R de eres aquello por quién ruego
S de ese paso esté bendecido
T de tenemos
U de una sola
V de vez para lograr vencer-la
W de doble vergüenza
X de equisdistante
I griega de… de… de los griegos
Z de se ta acabó.

Entonces la adivinanza es esta:
-A veces se está decidiendo entre efemérides, je je je, y hojotas
calzando elefantes. Heme aquí, enhebrándote, ¡oh!, ¡peso pobre!,
cuello pequeño. Eres aquello por quién ruego ese paso esté bendecido.
Tenemos una sola vez para lograr vencer la doble vergüenza
equidistante de los griegos.

-Así es, Romeo. Mientras los dejamos pensando, tratando de entender la
canción, vamos a otras noticias. ¿Cómo va el partido de dominó?
-Tenemos un móvil transmitiendo en vivo y en directo.
-¿No era en el estudio?
-Sí, por eso te digo.
-¡Entonces vamos con el móvil! Más que móvil es una estatua.
-Y bueno, el presupuesto…

-El señor Dagoberto ya colocó su ficha de dominó. Habrá que esperar a
ver la reacción de los demás, ya que todos se fueron al baño hace un
rato.

-Entonces pasemos al juego del día.
-Es muy simple. Los participantes en ningún momento tienen que pensar.
Nosotros les pasaremos imágenes y ellos deberán sobrevivir el mayor
tiempo posible.
-Así es, Romeo. Los valientes de hoy son… ¿JRR Tolkien y CS Lewis?
-Antiguos y legendarios nombres si los hay. Subirán entonces a la
plataforma Juana Rosa Rosalinda Tolkien y Carlos Sebastián Lewis.
-¡Nos vamos al corte!
-Pero no salgan del televisor, no suelten el control. Quédense
inmóviles, esto es lo que viene:
Juana y Carlos perderán a los dos minutos y caerán al estanque lleno
de cocodrilos. ¡Increíble!
-¿Pero cómo sabés eso?
-Romeo, no le quites la gracia a las cosas. ¡Vamos al corte!
-¡Y no se vayan!
-Porque seguimos con Nuestro Programa.
-Por favor, por favor, ¡¡no se vayan!!
-¡Romeo! ¡(Khhum)! No le conviene irse amigo, créame…
-Eso, ¡créale!
-No le conviene…
-No, no, para nada.
-Me parece que no le conviene.
-Eso, eso.
-¡Haga lo que quiera!

Última actualización de La cueva: 31 enero, 2006

El Señor de los Anillos - La Comunidad del Anillo en Argentina - Parte uno

Mientras la Comunidad del Anillo avanzaba por la avenida Independencia, dejando atrás ya a Castro Barros, la larga caminata en el crudo invierno les recordaba el posible castigo de no poder llevar el anillo a Inglaterra. Rasputín los animaba. Con su báculo, despedía una luz que hacía que la noche se alejara. De repente, Dégolas oyó algo y dijo:
-¡Hay una voz maligna en el aire!
Y Rasputín le dió la razón:
-¡De la Rúa...!
Menem se dio cuenta de sus intenciones:
-¡Está tratando de derribar la carretera! ¡Debemos retirarnos!
Pero el mago no se daba por vencido:
-¡No!
Y entonces peleó con palabras mágicas la sentencia de muerte del enemigo...
-¡Debemos avandonar el lugar! ¡Y tomar el paso de Corrientes! ¡Ir rumbo hacia Entre Ríos, por el aeroparque! Luego, desde allí, tomaremos otro avión hasta Inglaterra, o Mordor, como quieran decirle...
-¡El paso de Corrientes nos lleva demasiado cerca del Obelisco de Aisengard!
Napoleón entonces dijo:
-¡¡No podemos pasar por Independencia...!! ¡Pasemos por las Minas de Coto! ¡Luego iremos hasta Plaza Miserere!

De la Rúa, en el Obelisco, que casi se cae por su temor a las alturas (lo que significaría el fin de la resistencia, y unos cuantos problemas menos), ya piensa en la decisión que tomará la Comunidad del Anillo...
-Coto... Tenés miedo de meterte en ese lugar, ¿verdad? Los empresarios cavaron tanto en la economía... Demasiado profundo... Y sabés qué fue lo que despertaron en la oscuridad de la inflación... Sombras, precios altos y baja calidad...

-Que el portador del anillo decida...
-¿Murphy?
-Iremos por las minas... -sentenció.
-Que así sea...

Y emprendieron el viaje, yendo por Boedo, atravezando los duros y arduos caminos que los separaban de su meta. Seguía siendo de noche, y por lo tanto, los ladrones acechaban constantemente. Uno intentó robarle a Kirchner, el montaraz, su espada apuntandole con una pistola, pero Rasputín se encargó de que no volviese a molestar.
-Estén en guardia... Hay cosas peores y malvadas que la escacez de dinero en los lugares oscuros de la tierra...
Una vez que pasaron Rivadavia, la tensión comenzaba a aumentar en grandes cantidades... Si Rasputín había evitado ir por allí, tenía sin duda una buena razón... Razón que pronto conocerían.
Pasando el puente que los separaba de la línea ferroviaria, y llegando a Corrientes, ya se comenzaban a preguntar por qué demonios no habían ido derecho por Rivadavia, que era el camino más corto. Napoleón lo sabía: la noche por esa calle era horrible. Nadie en su sano juicio iría caminando a las dos de la mañana por lugares como esos. Era mejor ir por Pueyrredón, sin duda alguna.
Doblaron en guardia Vieja, con Rasputín adelante y Menem atrás. Dégolas estaba atento, porque no le gustaba para nada la idea de atravezar las minas de los enanos.
-Mi tio abuelo mayor dominó Europa durante mucho tiempo, fue emperador de Francia, y mandó a que se construyera este lugar. Los libros dicen que él quedó preso en Mordor, pero no fue así. Tomaron al hombre equivocado. Él se quedó viviendo acá hasta que murió... Pero antes de eso, puso en su testamento que aquel que sobreviviese de su linaje, construyera este lugar. Mi primo hizo el terreno, y entonces Coto le ofreció el contrato. Ahora él deberá estar allí, disfrutando de la buena vida... Pronto, mi señor Colaborador Ad-Honorem de Greenpeace, disfrutará de la hospitalidad de los bajitos de estatura...
En cierto momento, pasando una parcela con inmensas torres, lo vieron. Rasputín dijo:
-Ithildin... Sólo refleja la luz de las estrellas y la luna...
-¿Qué dice? -preguntó el compañero de Murphy, Macri.
-¿Cómo qué dice, Macri-doc? Está en español...
-Disculpe, mi señor Rasputín por querer darle algo más de suspenso a la historia...
-En caso de que nadie pueda leer, dice claramente "CO----TO"...
Era cierto. Resplandeciendo en la noche, estaba el cartel de Coto. Menem entonces se dio cuenta:
-Tenemos que dormir. No podremos pasar a menos que abra, y eso será durante la mañana.

Varios guardias intentaron expulsarlos por dormir en la vereda, pero debido a sus intentos fallidos y al gran poder de Rasputín, se dieron por vencidos... Una vez que todos se levantaron, prosigueron, con Napoleón a la delantera...
-Esta es la casa de mi primo Napoleón, que se llama igual que yo, y le dicen "una mina"... ¡Una mina!
Y Menem se dió cuenta de la cruel verdad...
-Esto no es una mina... ¡Es una cadena de supermercados...!
Era cierto... Varias cajas con cajeros y cajeras estaban atendiendo a la gente, con su habitual vestimenta roja...
-¡¡No!!
-¡Miren! ¡Empleados! -dijo Dégolas, haciendo que todos sacasen sus armas, y que los guardias se pusiesen... Cómo decirlo, en guardia...
-Vayamos al paso de Corrientes. No deberíamos haber venido nunca por acá...
Y cuando intentaron salir, los guardias se les pusieron en el camino...
-No nos queda sino una opción... -dijo el mago -Tendremos que atravesar el aburrido clima de las compras familiares... En silencio, pues debemos pasar desapercibidos...
Eso, por cierto, era algo que no lograron ni lograrían con todo el esfuerzo del mundo. Ya se oían las llamadas por radio de refuerzos, y los dedos apretando los números telefónicos del manicomio más cercano...
Ingresaron al interior, y avanzaron al norte, tratando de encontrar la salida. En un momento, llegaron a las rampas mecánicas, y Rasputín descubrió algo:
-No recuerdo este lugar...
Murphy y su compañero, Lavagna Gamyi, estaban hablando de cómo ir a Inglaterra, mientras Macri y su amigo Scioli conversaban sobre la cena.
-Estamos perdidos -dijo Scioli, recordando que estaban, en efecto, perdidos...
Murphy se acercó al mago y le comentó:
-Algo nos está siguiendo.
-Es Bush...
-¿Bush?
-Lleva tres días atrás nuestro.
-¿Escapó de los calabozos del Big Ben?
-Escapó... Aunque también, no voy a mentirte, existe la posibilidad de que el enemigo lo haya liberado para que obtenga el anillo... He de advertirte que tiene sus métodos. Odia y ama al anillo tanto como se odia y se ama a sí mismo... Nunca perderá el deseo o la necesidad de tenerlo.
-Es una pena que el pueblo yanqui no lo haya sacado del poder cuando pudo...
-Una pena, es cierto... Pero pena mayor fue lo que encontró la pata de tu perro. Muchos que viven merecen la muerte, y muchos que mueren merecen la vida... ¿Se las podés dar, Murphy?
-Un día voy a subir al poder, y estableceré el orden por doquier.
-No estés tan ansioso de repartir juicios... Mi corazón me dice que Bush aún tiene que desempeñar un papel, para bien o para mal.
-Sólo espero que no bombarda escuelas de primaria por tener armas de destrucción masiva.
-Eso queremos todos, Murphy, pero la decisión no es nuestra. Todo lo que uno debe decidir es qué hacer con el tiempo que se le es concedido. Hay otras fuerzas actuando en este mundo además de la inflación y la devaluación... ¡Ah! ¡Es por ahí!
-¡Se acordó!
-No, pero el aire ahí no huele a pastelería, y ese olor me está empezando a dar hambre... Cuando tengas dudas, pequeño Scioli, siempre obedece a tu nariz.
Subieron la rampa metálica, lentamente, hasta que llegaron arriba. Por órdenes de alguien, la gente comenzaba a abandonar el lugar. Algo grande se estaba cocinando, y no era nada del patio de comidas...
Una vez arriba, el mago advirtió:
-¡Miren! ¡El reino de Khazad Dùm!
Y avanzaron al interior, hasta llegar a la juguetería, buscando algo que nunca apareció.
-¡No! ¡No!
Napoleón se acercó a un muñeco que era una imitación del Emperador de Francia para jugar...
-¿Cien pociento algodón? ¿¿Lavar con agua fría??
-Entonces... Está muerto. -comentó Rasputín.
-¡Tenemos que seguir, no podemos demorarnos!
-Esperen... ¡Miren a Murphy!
La espada estaba azul, síntoma de que orcos estaban cerca....
-¡Que vengan...! Aún hay un Napoleón en Coto que no es de juguete, respira, ¡¡y tiene un hacha!!
Pero el portador del anillo los calmó.
-¡Ah, no...! Intenté sacarselo, pero no pude... ¿No habrá por algún lado un buen removedor de pintura? Es que cuando estábamos en Independencia, y temblaba todo, se me cayó a un barril, y se pintó, intenté sacarle el color con el trapo que había, pero se secó en vez de eso y quedó así... Azul...

Sin embargo, pese a todo, los guardias de seguridad interfirieron...
-¡Tienen un troll de las cavernas! -gritó Menem.
-Es un montacargas, ¡idiota! -exclamó Dégolas.
Era cierto, del lado más lejano del pasillo, una maquinaria amarilla avanzaba hacia ellos. Intentaron ir por el otro lado, pero los empleados lo evitaron colocándose como una pared...
-Tenemos armas, ¡usémoslas! -advirtió Menem.
-¿Y qué hay de la política de "película apta para todo público"? -preguntó Lavagna.
-Funciona tan bien como la economía del país... ¡Al demonio con los modales! -exclamó Menem, sacando su espada y soplando su cuerno.
El sonido de éste logró aturdir por un corto tiempo a los empleados, pero el suficiente para pasar por ellos. Algunos dispararon sus armas, pero fallaron.
-Supongo que podremos permitirnos un "apta para mayores de trece años"... -dijo Rasputín, mientras corrían en dirección hacia la rampa mecánica.
Entonces, por una de esas extrañas razones y misterios de la vida, los guardias no los siguieron. Las luces comenzaron a despedir un color rojo-fuego...
-¿Qué es esta nueva brujería? -preguntó Menem.
-Es un Balrog. Un demonio del mundo antiguo...
-Nada que no podramos arreglar con un buen sablazo. -comentó Kirchner.
-¡No! ¡Las espadas no sirven de nada! ¡Este enemigo es demasiado poderoso para ustedes! ¡Corran! ¡Al puente de Khazad-Dùm!
Y así fue que, una vez que llegaron a la rampa mecánica, se detuvieron, pues un hombre normal vestido de blanco apareció. El mago los obligó a bajar, mientras él se quedaba ahí.
-¡Tú no pasarás!
-Estoy seguro de que podemos hablar del tema, y ser razonables, ¿señor...?
-¡Yo soy el servidor del fuego secreto, dueño de la llama de Anor!
-Entonces, señor del fuego secreto y dueño de la llama de Anor... ¿Le puedo decir Bill?
-¡El fuego oscuro no te servirá de nada! ¡Llama de Udûn!
-¿Fuego oscuro? Ah, las luces. Otra vez andan mal... En fin. Muchachos, pongan en la agenda que deben arreglarlas...
-¡Vuelve a las sombras!
-Buena idea... Para empezar a conocernos, quiero decir. Le diré algo: no me gusta la oscuridad. En realidad, le temo.
-¡No pasarás!
-Por supuesto, lo que usted diga... Creo que el diálogo y la comunicación son vitales para el desarrollo humano.
-¡Tú...!
-Yo...
-¡No...!
-¿Por qué no...?
-¡Pasarás!
-Oiga, señor, este es mi supermercado, y a mi nadie me dice qué hacer en él...
En ese momento, golpeó el piso con el báculo y la espada, haciendo que todo tiemble, logrando que el hombre que intentaba detenerlo, cayera al suelo y quedara inconsciente.
-¡Arrestenlo! -gritó un guardia.
-Rasputín, ¡¡no!! -exclamó Murphy.
-¡Huyan, tontos!
Acto seguido, en cámara lenta, todos los de seguridad procedieron a correr hacia el brujo, para arrestarlo. Hizo mucha resistencia, pero al final lo lograron. Llevaron al gerente desmayado en una camilla con la ambulancia que esperaba afuera y al mago en un chaleco de locos hasta el camión médico que lo llevaría al manicomio.
-¡Noooooo!
Kirchner evitó que corriera hacia él, y entonces, avanzaron a paso rápido hasta la salida, al sur del abasto... Allí afuera, no había nadie, y fue en el suelo donde se quedaron recordando su dolor.
-Dégolas -llamó Kirchner -levantalos.
-¡Dales un momento! ¡Ten compasión! -exclamó Menem.
-Para el ocaso, el lugar estará plagado de periodistas. Debemos llegar a Plaza Miserere, evitando entrar al Abasto. No necesitamos más pérdidas...
En un momento, lo sorprendieron a Murphy escapándose, y lo llamaron... Entonces volvió con ellos.

Aunque la pérdida de Rasputín haya sido grande, sabían en el fondo de sus corazones que él estaba vivo, en algún lugar, y ese pensamiento era alentador, aunque claro, también estaba el recuerdo de la razón por la que la Comunidad del Anillo se creó en primer lugar: Llegar a Inglaterra. Y la mejor forma era, sin duda alguna, yendo hacia el aeropuerto de Ezeiza, para poder tomar el avión a Inglaterra y, en los fuegos del Horno del Destino, arrojar el anillo. Pero para eso, debían entrar a la mansión de la realeza, plagada de guardias.

La reina, mirando desde el telescopio ubicado en el Big Ben, buscando constantemente el anillo que le dieron en su boda, quería hallarlo, para recuperar el poder que su nación tuvo antaño...


Algo que el mundo no podía permitirse...

La Cueva

El nombre de La Cueva viene de que es un lugar donde cosas raras pueden pasar... ¿En qué película que se precie, donde hubo una cueva, no pasó algo en ella? (Pregunto porque no conozco ninguna)...
En fin... Este blog está acá para postear cosas locas o fuera de sentido... Va a ser gracioso, o eso espero, a ver si hago esa historia del Señor de los Anillos: la Comunidad del Anillo - en Argentina... Ya van a ver de qué hablo, pronto... (Humo sale del suelo y hunde todo en una neblina espesa. El ambiente está tenso, casi como si Romeo y Julieta hubiesen muerto... Se apagan las luces, y el público aplaude con fuerza... Era una obra de teatro, ¿qué otra cosa podría ser sino?)